Lava bien la remolacha y sécala.
Con la ayuda de un cuchillo, pincha varias veces la remolacha por todos los lados.
Agrega una cucharada de aceite a la remolacha y "masajea" para extender el aceite hasta cubrirla entera.
Envuélvela en papel de aluminio y llévala al horno (puedes cocinarla también en el microondas o en un airfryer).
Cocina hasta que esté blanda; lo sabrás cuando puedas introducir un cuchillo y este salga con facilidad.
Saca del horno y deja enfriar.
Pela la remolacha y corta en la forma que más desees (julianas, cuadros).
Introduce tu remolacha ya cortada en un envase de vidrio y agrega la cebolla previamente picada, los ajos mañacados, aceite, vinagre, sal y pimienta.
Remueve bien y rectifica los sabores agregando más sal y pimienta de ser necesario.
Refrigera por al menos 24 horas antes de comer; mientras más tiempo pase en la nevera más se concentran los sabores.